Estafas piramidales, sueños rotos.
La globalización nos brinda la oportunidad de estar informados en forma diaria e inmediata de que ocurre en cualquier parte del mundo. Si se trata de finanzas, más aún, el conocimiento de proyectos viables de inversión (de alto o bajo riesgo) en diversos mercados, la dinámica de las finanzas, y las chances de realizar un negocio están al alcance de todos haciendo apenas un “click”.
No hace falta ser un economista o un inversor experimentado para poder alcanzar oportunidades de inversión, más allá de los riesgos propios del mercado. A veces las cosas pueden salir mal, pero no podemos decir que el riesgo asociado no es conocido de antemano cuando se hacen negocios en forma seria o con actores serios.
Hoy en día, el boom del negocio de las criptomonedas es mundialmente conocido. Hay cientos de miles de personas que invierten en monedas digitales. Pero también es cierto que muchos se muestran escépticos, debido a su gran volatilidad, la falta de respaldo por ejemplo en oro, la falta de control centralizado o bien por desconocimiento acerca de su funcionamiento o inclusive porque se desconoce “quien está detrás” del negocio. Sin ir más lejos, la criptomoneda más conocida, el Bitcoin, no tiene un creador conocido, no se sabe si es una persona o un grupo, y eso ya de por si resulta extraño, ¿no?
Mas allá de este fenómeno financiero puntual, hay otras áreas de inversión que suelen ser más riesgosas y que por lo general suelen ser tentadoras para el inversor desprevenido. Se trata de las estafas de inversión de tipo piramidal o esquemas Ponzi.
El esquema es muy sencillo y conocido desde hace varias décadas: alguien promete -a cambio de una inversión inicial de un monto determinado- intereses que están muy por arriba de los que ofrecen los grandes bancos o grupos financieros de cualquier plaza: primera gran sospecha. Si alguien que nadie conoce en el mercado ofrece tasa de retorno superiores al 13%-15% en dólares ¡!, habría que desconfiar: es la boca del lobo.
Además, estos esquemas son activos en cuanto a la búsqueda de potenciales víctimas, a diferencia de cualquier banco o entidad financiera que ofrece una estrategia de inversión y espera que el cliente se decida. Aquí, los estafadores reclutan a sus “víctimas”, normalmente vía Internet o redes sociales, a través de grupos de amistades, o bien vía e-mail. Esta es otra de las grandes alertas a tener en cuenta: ¿Porque me contactan a mí de la nada?
Ha habido grandes ejemplos de estafas piramidales o esquemas Ponzi a nivel local o internacional que involucran grandes sumas de dinero, las más famosas son:
- Madoff Investments – $ 18,000 a $ 68,000 millones de dólares – miles de usuarios estafados, provenientes de bancos e instituciones en US, Reino Unido y Europa.
- Stanford Bank – $ 7,200 millones de dólares – 18.000 estafados
- Hope Funds (Argentina) – $ 1,500 millones de pesos – más de 300 estafados
- El Telar de la Abundancia (Argentina) – $ monto no calculado aún – más de 1.500 estafados
Otro de los factores del engaño y quizás el más siniestro es la estafa emocional. Muchos de estos grupos, en especial “los telares”, aluden a una faceta espiritual de éxito personal frente a las desgracias personales. El sistema trata de captar a aquellos incautos que sufren vaivenes económicos en sus finanzas personales para brindarles una “recompensa” por su valor o tenacidad frente a la adversidad y al arrojo. En pocas palabras, una doble estafa.
Por estos días, se conoció un nuevo potencial fraude en nuestro país. Un fondo de inversiones, que tiene además de una universidad de “trading” (¿?), una criptomoneda propia y hasta un salvataje espiritual. Mientras tanto, la Comisión Nacional de Valores (CNV) ya emitió una alerta en el mercado financiero, pero seguramente para muchos incautos ya sea demasiado tarde.
Con tener en cuenta ciertos indicadores muy concretos o “red flags”, podemos evitar caer en manos de organizaciones o individuos inescrupulosos que hacen del fraude y la estafa un medio de vida, en resumen:
- Desconfiar siempre de ganancias superiores a las que otorgan los bancos o entidades financieras más importantes y de renombre en el mercado.
- Desconfiar del contacto de potenciales inversores que se mueven en grupos, que no poseen experiencia en el mercado o de los cuales no hay referencias solidas en Internet. Antes de lanzarse, investigar siempre un poco a través de la red acerca de cuáles son los comentarios sobre la empresa o la persona.
- Desconfiar cuando aparecen llamados o mensajes espirituales para atraer el negocio. Seamos sinceros, el dinero no tiene religión o creencias.
- Desconfiar de aquellos gurúes surgidos de la nada, que se muestran en redes con vehículos de alta gama o casas espectaculares, prometiendo ganancias increíbles con poco esfuerzo.
En síntesis, aprovechando los beneficios de la globalización en términos de poder recabar información pública en los diferentes mercados acerca de los grupos de inversión, o bancos o individuos, sería una pérdida de tiempo y un gran riesgo el no verificar previamente donde o a quienes vamos a confiarle nuestros ahorros.
En G5 Integritas, tenemos la capacidad de verificar en forma precisa y rápida la integridad y transparencia de los jugadores financieros del mercado a la hora de hacer negocios, con el propósito de mitigar riesgos y hacer que una inversión sea eso, una inversión, y no una lamentable pérdida. Para más información, nos pueden contactar a: g5integritaslatam.com
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